Los síntomas oscilan entre signos muy leves y la muerte repentina.
- Forma hiperaguda (en cachorros jóvenes)
Los cachorros de menos de 3 semanas pueden manifestar de repente dolor en el abdomen y la muerte puede sobrevenir en pocas horas. La mayoría de los cachorros procedentes de fuentes fiables disfrutan de una protección temporal heredada de la madre (perras madres debidamente vacunadas), de modo que esta forma de la enfermedad es hoy rara.
- Forma aguda (enfermedad clásica)
Los casos en una fase inicial llegan a la consulta del veterinario tan sólo con una letargia acusada. En la exploración, el veterinario observa que presentan temperatura elevada e inflamación de las amígdalas (amigdalitis), así como un intenso enrojecimiento de las mucosas e inflamación de los ganglios linfáticos situados debajo de la mandíbula. La amigdalitis aguda no es frecuente en los perros y debe levantar claras sospechas.
Este cuadro evoluciona con rapidez a vómitos y/o diarrea, que se acompañan de una pérdida completa del apetito; en algunos casos la luz intensa causa dolor.
El hígado aparece agrandado y doloroso a la palpación. A medida que la función del hígado se va alterando aparece ictericia y comienzan a sangrar las encías. Llegados a este punto, las mucosas adquieren un color pálido o amarillento (ictericia). El perro presenta los músculos del abdomen tensos y contraídos a causa del dolor y cerca de 1 de cada 5 animales afectados acaba muriendo. Los que sobreviven a la fase aguda se recuperan completamente, aunque pueden tardar muchas semanas en restablecerse.
Algunos perros sólo presentan fiebre poco elevada y a veces diarrea, pero muestran los ganglios linfáticos inflamados.
El cuadro clínico es mucho menos variado que en el caso del moquillo. No obstante, muy de vez en cuando pueden aparecer convulsiones, lo que puede conducir erróneamente a un diagnóstico de moquillo.
No es infrecuente que un perro sufra simultáneamente una infección por el virus del moquillo y por el de la hepatitis vírica canina.
El edema corneal (que por el aspecto que da al ojo del animal suele recibir comúnmente el nombre de "ojo azul") es un trastorno que se observa en muchos de los perros que sufren la enfermedad, dependiendo de la cepa del virus. Aparece unos 10 días después de los primeros síntomas, durante la fase de recuperación. Está causado por la formación de edema en la superficie del ojo, que le da un aspecto turbio y azulado, y desaparece de manera espontánea, sin necesidad de tratamiento. Este puede ser el único síntoma de la enfermedad que percibe el propietario.