El virus de la leucemia felina (FeLV) es un virus presente en todo el mundo. Cualquier gato puede ser infectado por el virus, pero el riesgo de infección varía muchísimo dependiendo de la edad, los hábitos, el estado de salud general y el entorno en el que vive. El virus no infecta a otros animales domésticos ni a las personas.
El FeLV puede transmitirse por el acicalamiento mutuo (incluido el de la madre a los gatitos) o a través de heridas causadas por mordeduras. El virus está presente en los líquidos corporales, especialmente en la saliva y en la orina y las heces. El virus no sobrevive fuera del cuerpo del gato, de modo que suele ser imprescindible un estrecho contacto entre el animal infectado y el sano para su transmisión.
El virus también puede ser transmitido por la madre a los gatitos durante la gestación y, después de nacer, a través de su leche.
Una vez el animal ha resultado infectado, el virus se multiplica en el torrente sanguíneo. Durante esta fase inicial el gato puede vencer la infección y acabar con el virus, incluso sin manifestar síntoma alguno. Sin embargo, en algunos gatos el sistema inmunitario no puede erradicar el virus, y estos animales quedan infectados persistentemente durante el resto de la vida. Enferman y acaban muriendo meses o años después de sufrir la infección inicial.